METAMORFOSIS


Han quedado inertes los cuentos de hadas dentro de sus bolsillos, un día de estos cuando ya no queden bosques que quemar, maquillarán de negro el cielo avivados por el vidrio de su mueble bar. Combustión inminente de legajos y calcetines que tejió para no posar su pie desnudo en las heladas baldosas de la madurez. Versos de rima fácil, heptasílabos agudos en una cesta donde amontonaba la corteza del corazón, capa primitiva, maquillaje adolescente que empezará a fundirse junto a las hojas secas del estereotipo impuesto.


La ventisca mesetaria envolverá las cenizas creando oscuros trazos aleatorios con sus mariposas de carbón. Desgraciado costumbrismo estival de hectáreas de sombra sin protector solar. Habrá de abandonar su puesto en la cadena de montaje por no creer en la producción en masa de sentimientos estándar. Posará el filo de su machete en la tierra negra para cortar las cadenas que le ataban a la felicidad de diccionario.
Cuando el último árbol yaga lampiño y cambie sus verdosos matices por el aciago de la noche perenne en nuestros valles, él ya no estará esperando. Harto de vestir a las nubes de plata oscura anhelando aquel rocío que refrescara la tierra seca en la que postraba sus moribundos empeños dejará esta tierra huraña.


Mañana cuando la erosión haya desgastado las letras de sus poesías, germinarán las semillas que enterró al partir y las raíces de nuevo horadarán el barro. Pero él no lo sabe. Suspirará y habrá de tornar su rostro empapado de cristales rotos porque cree que huye y la arena quema, pero no puede caminar más despacio. La metamorfosis ha llegado.