Mata el silencio el serpenteo de mi pecho herido, gotea silente mi savia entre los harapos que me visten y observo mi cuerpo desnudo asaetado por tu verbo y tus pestañas.
Cascabelean pedazos de un corazón astillado y a nadie alborota mi párvula sombra mientras vomito carmín en las esquinas del imperio.
Y mientras tú estás sola entre las flores…
Entierro minutos entre dársenas y andenes ávidos de despedidas, con montones de arena de mil relojes, esperando escarbar mañana entre sus adoquines quebrados y encontrar mi juventud prendida de ti.
Mudo mis hojas en cada desayuno y recuerdo el perfil de tus labios en la almohada.
Y mientras tú estás sola entre las flores…
Arrastro mi patria en unos zapatos teñidos de arcilla, y me vuelvo verso invisible entre los juglares, que convierten en números mis letras indecorosas.
Escondo motivos en el alféizar de mi ventana y me transformo en erizo en los cruces de caminos, donde llueven ráfagas de níquel y cobre.
Y mientras tú estás sola entre las flores, descalza, amontonando ilusiones. Entre novelas donde sueñas y mantas que acarician tu frío. Anhelando un mañana, una llamada que interrumpa tu rutina. Esperando mis maletas en tu puerta. Entre las flores.